Los encuentros de mujeres son maravillosos. Precisamente por eso, porque permiten encontrarnos. En Paraná, en el XXV Encuentro Nacional de Mujeres, caminando por improvisada feria en la lesboplaza me topé con un hallazgo desobediente y feliz. Una muñeca de trapo con la panza transparente por la que se ve un bebé también de trapo. La muñeca puede parir al bebé a través de sus genitales, amamantarlo, y acunarlo con un abrazo hecho de velcro. Arrodillada como yo e igual de fascinada, una nena experimentaba obsesivamente una y otra vez el acto de hacerla parir. Decía que quería jugar con “la mamá de verdad”.
LESBIANAS- FEMINISTAS Y PELUDAS!!!! Mis pelos me dan vergüenza. Los miro. Los acaricio. Trato de pensarme con pelos en las piernas y no puedo evitar sentirme FEA? No. La palabra es más bien asco. Vergüenza. Un nudo contradictorio entre mi libertad y la cárcel de sentirme con la valentía de dejármelos siempre y cuando no empiece a hacer calor. Ridícula, me recuerdo diciendo en un telo en una cogida ocasional – “no estoy depilada. Si querés no me saco el pantalón”. Qué infamia! Ella no se tomó el trabajo de contestar mientras me desvestía. Me dejé llevar aliviada. Me había acordado de una amiga que me contó estar por coger muy caliente con una chica y que se le fuera la calentura después de verle los pelos. Que no había podido volver a tocarla. ¿?!!! “¿Pero no te das cuenta que la fobia es tan grande que te impide sentir placer?”, le dije. Está claro que tampoco tolera mis pelos. Los pelos en las piernas de su amiga. ASCO. Pánico social. Sentirme observada. Rechazada. Criticada. Pero l...
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