Para entrar tendrás que cumplir con un par de requisitos. Tendrás que ser linda, inteligente, exitosa, rica o cuando menos de alto poder adquisitivo. Mucho mejor si sos abogada, rubia, de cuerpo atlético y usas ropa de marca. Todo esto es porque si sos lesbiana y querés pertenecer al mundo público (y no al encierro/silencio de tu casa-habitación) no podés tener otro “problema social” más (demasiado con ser lesbiana). ¿Bermudas? Mejor no, quizás no cumplas con los criterios de feminidad que te exige este maravillo mundo gay-friendly. ¿Pobre? Mucho menos querida, sin consumo no hay maravilloso mundo gay-friendly al que puedas acceder.
Si estás adentro, y querés permanecer, podés hacerlo. Adentro de este mundo sos “libre” y que mejor no se te ocurra salir, porque apenas salís cinco cuadras del centro urbano careta y concheto del buenos aires gay-friendly la violencia homofóbica y machista aparecerá de nuevo… No sé si está tan buena la propuesta del destellante y pujante mundo gay-friendly; laburarás toda la semana para tener la plata necesaria para comprarte todas las credenciales (ropa, gimnasio, tragos, entradas, etc) que te permitan estar/entrar en este perverso mundo gay-friendly que te muestra una libertad super condicionada, a la que para acceder tenés que cumplir con demasiadas normas.
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